En ocasiones sobradamente contadas, me he encontrado con padres, que con toda su buena voluntad, deciden adquirir una mascota para sus hijos (normalmente porque ellos mismos la reclaman) argumentando que con ella los niños se harán más responsables.
Los papás acuden entusiasmados a los comercios con la convicción de que a sus hijos les hará bien tener "alguien" que dependa exclusivamente de ellos, a quién alimentar y cuidar y que la amenaza de enfermedad o fallecimiento del animal ante la falta de sus cuidados será un reclamo suficiente para que los pequeños de la casa adquieran responsabilidades.
Pero cuidado, porque puede ser que nuestra nueva mascota pague muy caro este experimento.
En primer lugar hay que decir que los animales domésticos son buenos para los niños: les dan afecto incondicional, les ayudan a conocer el medio que les rodea y al resto de especies. Pero no debemos caer en el error de dejarles toda la responsabilidad a ellos. Son los padres los que se han de hacer responsables de las mascotas e ir involucrando al niño en su cuidado poco a poco.
Los niños muestran un entusiasmo extraordinario frente a la adquisición de una nueva mascota pero del mismo modo acostumbran a cansarse de ella rápidamente. La frase "es que no hace nada" me ha llegado a los oídos en demasiadas ocasiones (y no necesariamente de bocas infantiles).
Así que, antes de adquirir un animal hemos de hacernos esta pregunta: ¿estoy dispuesto a cuidarlo, alimentarlo y darle cariño hasta el resto de sus días? Porque somos nosotros, los adultos, los que debemos hacerlo.
Los niños podrán ayudar en las tareas de limpieza de las jaulas, cepillado, baños, alimentación, ... pero siempre bajo nuestra supervisión.
Recordad: no hay que adquirir mascotas para que nuestros niños se vuelvan responsables, sino que hay que adquirirlas para aquéllos que ya lo son.
foto:http://wvw.nacion.com/ln_ee/ESPECIALES/padresexpertos/2003/octubre/24/fotos/mascotas.jpg
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